lunes, 11 de abril de 2011

Deporte y emociones



Con motivo del Día Mundial de la Salud, el pasado 7 de abril el Grupo Áccura organizó una conferencia para explicar las múltiples conexiones que existen entre el deporte y las emociones.

Espero que os interese.

Un abrazo,

Irene


Según explicaron los ponentes, la práctica del deporte es una vía muy práctica para establecer redes sociales, tan importantes en nuestra vida. Los seres humanos necesitamos de la interacción con otros seres humanos pues somos animales sociales que buscamos puntos en común con aquellos que nos rodean para establecer relaciones de amistad, colaboración, para transmitir conocimiento, compartir experiencias y emociones. Estas emociones que experimentamos son fenómenos psicofisiológicos que nos sirven para adaptarnos al medio. La mayoría de expertos en el tema están de acuerdo en que las emociones básicas son la alegría, la tristeza, el miedo y la rabia, y podríamos añadir la sorpresa.

Deporte para la gestión de emociones

Tal como afirma el experto en redes sociales de la Universidad de California, James Fowler, las emociones se contagian. Gracias a las llamadas neuronas espejo, tenemos la habilidad de incorporar en nosotros mismos estados emocionales por el mero hecho de ver que otras personas manifiestan esas emociones. Si vemos con frecuencia otra gente que sonríe, tenemos tendencia a sentirnos felices nosotros también. Por otro lado, la práctica regular de ejercicio físico genera placer para nuestro cuerpo y para nuestra mente.

La aceleración de la sociedad actual facilita que vayamos almacenando estrés. El estrés en sí no es malo pues es una respuesta fisiológica de nuestro organismo ante una situación complicada. El eustrés es la parte del estrés que nos activa que nos mueve, la parte positiva. Por el contrario, el distrés es la parte negativa, aquella que nos bloquea y paraliza. Cuando nuestro cuerpo está cargado de esta tensión podemos utilizarlo en tres vías diferentes: una constructiva, una destructiva y otra estéril. El deporte y el ejercicio físico bien entendido son vías constructivas de quemar y desprendernos del estrés.

La clave está en la motivación

Uno de los aspectos más positivos que ligan el deporte a las emociones es aquello que nos impulsa al movimiento: la motivación. La motivación está relacionada con la personalidad de cada uno, con sus necesidades, sus deseos y sus objetivos. En este caso el autoconocimiento es francamente importante: si uno no conoce sus rasgos principales de la personalidad, cuáles son sus necesidades y sus deseos difícilmente podrá fijarse unas buenas metas. Los objetivos tienen que ver con el hecho de conocer en qué punto nos encontramos a nivel físico, mental y emocional para poder proyectarnos hacia dónde queremos llegar. La siguiente fase consiste en aplicar los valores suficientes como el trabajo, la constancia, la disciplina o la flexibilidad.

En el deporte hay mucho de lucha, con uno mismo o con los demás. Gracias a la plasticidad neuronal podemos marcarnos objetivos y flexibilizarlos. En el libro de El arte de la guerra, Sun Tzu hacía referencia a como el agua jamás perdía su capacidad de erosión y aún así sorteaba todos los obstáculos que encontraba en su camino. Pues bien, nuestras neuronas se conectan y desconectan en función de la experiencia y debemos aprovechar esta propiedad del cerebro para conseguir todo aquello que nos propongamos sin dejar de ser lo suficientemente flexibles.

Por último, se explicó como se transmite esta motivación, estas emociones positivas, esta actitud en pro del esfuerzo personal y el amor por el deporte en todas sus vertientes, ya sea a nivel del deporte de élite, educacional o en la práctica habitual de la actividad física.



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